Durante los últimos 20 años, el uso de técnicas artroscópicas, para corregir diversos problemas ortopédicos, se ha ampliado de manera exponencial, iniciándose fundamentalmente en la rodilla y haciéndose extensible a otras articulaciones.

A diferencia de la exposición quirúrgica convencional, la evaluación artroscópica no distorsiona ni daña la arquitectura normal de la articulación para el acceso visual. La amplificación que se obtiene de la imagen y la hemostasis que se logra a través del examen artroscópico, proporciona una visión más extensa y precisa de la articulación que durante una cirugía abierta, permitiendo combinar una visibilidad operatoria óptima con un traumatismo mínimo de los tejidos blandos y revolucionado con ello muchas técnicas ortopédicas comunes.

Además es una intervención menos agresiva y traumática que la cirugía convencional, lo que supone una menor estancia hospitalaria y una más pronta recuperación.

La cirugía artroscópica es un proceso técnicamente complejo que supone instrumentales y habilidades específicas y requiere una capacitación especial por parte del cirujano y del instrumentista.